Por Yonnier Angulo Rodríguez
Cuba, durante la primera mitad del siglo XX, fue uno de los principales países receptores de inmigrantes en América Latina, siendo el grupo proveniente de regiones hispánicas, el más numeroso dentro del conglomerado de personas que arribaron a la Isla.
Asimismo, entre las regiones que conforman España, Galicia hizo valiosos aportes a este proceso migratorio desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo 1, donde la colectividad gallega, se caracterizó por su preponderancia y trascendencia en este sentido, no solo en el aspecto económico, sino además en la sociedad y la cultura.
Como una particularidad de este proceso migratorio, se puede señalar que fueron los hombres, los que detentaron el protagonismo numéricamente con respecto a las mujeres. Entre las causas que motivaron este traslado masivo de personas, se puede mencionar en primer lugar, la búsqueda de mejores condiciones económicas, consecuencia de la crítica situación económica por la que atravesaba la región gallega.
En el decurso de la historia de la sociedades humanas, de una forma u otra, han existido discriminaciones hacia distintos grupos sociales, ya sea por su sexo, raza, clase social, opción sexual, etc., lo cual va a determinar el surgimiento y desarrollo de estereotipos, que como tales, condicionan y limitan las potencialidades de desarrollo de las personas, al mismo tiempo que reprimen sus conductas, por lo que frecuentemente se emplean para explicar racionalmente un trato discriminatorio 2.
En este sentido, los hombres y mujeres gallegas constituyeron un grupo especialmente estigmatizado dentro del conjunto de emigrados hispánicos en Cuba, durante el período histórico de la República (1902- 1958), pero entre ambos sexos, fueron los varones los más fuertemente estereotipados 3.
Ello estuvo dado principalmente por su condición de inmigrante y proceder de una región atrasada económicamente de España, pues la mayoría provenía de zonas rurales, con un alto índice de analfabetismo y pobreza.
Varios fueron los estereotipos negativos adjudicados a estos hombres por la sociedad cubana, donde la prensa, el teatro, entre otros espacios socioculturales, jugaron un papel relevante en la reproducción de los mismos. Se puede mencionar la creencia de que eran “ignorantes” y “brutos”, que no tenían “sentido común”, debido a su supuesto bajo nivel cultural.
Esta atribución era muy frecuente escucharla en muchos sectores de la sociedad, a tal punto que la propia colonia gallega se quejaba de todas las injurias que de ellos se comentaba: “…Ven un gallego trabajador mal vestido, sin él tener la culpa de haber nacido plebeyo y humilde, y por aquel trabajador juzgan al pueblo gallego, ya sea porque no hablan bien el castellano o criticarle su indumentaria cursi (…) a la palabra gallego le han encajado adjetivos difamantes e ignomiosos, manchando su dignidad e hiriéndolos en su amor propio, conceptuándoles como zafios, ignorantes, rebajando su abolengo hasta el extremo de compararlos con los seres más irracionales(..) Y que haber nacido en Galicia y ser gallego neto es una desgracia…” 4
Alrededor de este grupo de hombres inmigrantes se recreaba además, la generalización de su “egoísmo o tacañería”, eran representados como un símbolo de codicia, muy “incultos”, de clase baja y de “presencia sucia”, generando estos estereotipos, actitudes subjetivas y peyorativas por parte de las culturas y sociedades en las que este inmigrante se encontraba 5, siendo en este caso la cubana.
La imagen más distintiva que en la sociedad cubana se tenía, y aún se mantiene del hombre inmigrante gallego, se encuentra muy relacionada con el oficio del “bodeguero”. Este empleo significó para muchos de estos varones una de las principales fuentes de subsistencia y solvencia económica.
Esta ocupación fue desarrollada por un significativo número de inmigrantes gallegos, favorecido en gran medida por las relaciones de parentesco presentes en el proceso migratorio entre Galicia y Cuba.
Es por ello que este oficio se va a convertir en un símbolo insigne de este grupo de hombres emigrados en la Isla, no en vano la historiadora Consuelo Naranjo Orovio daría el título con toda intención a uno de sus trabajos, “Del Campo a la Bodega: Recuerdo de gallegos en Cuba” 6.
A pesar de que popularmente los gallegos eran personalizados como “el bodeguero”, esta imagen tenía como trasfondo toda una amalgama de prejuicios y discriminaciones, que ocasionaba en muchas ocasiones creencias y atribuciones negativas, lo cual no les era favorable. Se les tildaba de “tontos”, que fácilmente podían ser engañados, debido a su baja escolaridad, además de su obsesión por el ahorro, lo que les traía como consecuencia numerosas suspicacias alrededor de su persona.
Asimismo, como una forma de burla, a estos hombres les adjudicaron la fama de ser obsesos por las “mulatas” cubanas, y por estas hacer de ellos lo que se les antojara. “…Aquellos bodegueros que encontraron en el calcetín de lana un anticipo de la caja de ahorro, eran un poco odiados (…) Cuando la mulata pedía permiso para hablar por teléfono, la dejaban pasar (…) Los bodegueros son nobles en el fondo, pues creen en todos los vientos de enfermedad que llegan del solar, y fían por años (…) Había que ser bodeguero para que la familia que se mudó de la cuadra se fuese sin pagar la cuenta…” 7
De igual forma, el teatro bufo en Cuba tuvo una influencia importante a la hora de reproducir muchos estereotipos peyorativos hacia estos varones. Esto se efectuaba con la puesta en escena de tres célebres personajes de este género teatral, la famosa trilogía del negrito, la mulata y el gallego, siendo este último colocado en los niveles más bajos de la escala social, al ser situado en escena junto a dos figuras que sufrían de la discriminación en la sociedad cubana. “…Nadie ha valorado lo que esconde ese modesto calzado (refiérase a la chancleta), que como la alpargata para el gallego, el más sufrido, explotado y discriminado de los inmigrantes, caracteriza una economía…” 8
Más allá de las simpatías y chistes que estas obras teatrales se proponían trasmitir, se afianzaban a su vez, prejuicios y subjetividades que ejercían una poderosa influencia en la sociedad cubana. Muchas compañías teatrales, como las del maestro Penella, Arango o Regrino, lo que realmente lograban al presentar al personaje del “gallego” en sus funciones, era ridiculizar al grupo social al cual este hombre representaba.
La problemática correspondiente a este tema, tuvo a través de la prensa regional gallega en Cuba, enérgicos rechazos por parte de esta colectividad de inmigrantes. “…Dada la ignorancia y el género algo más que mediocre de los actores-autores, para ganarse el mezquino mendrugo y explotar al público bonachón, buscan un tipo de gallego imaginario, porque el tipo que presentan realmente ni existe ni existió(…) gallego imaginario, porque así hay que llamarlo, debido a que este personaje lo revisten de costumbres y gestos, que nosotros los gallegos estamos lejos de tener (…) El infortunado protagonista de la mitología, aparece en el escenario haciendo cabriolas grotescas, empleando el lenguaje del ebrio, imitando en todo lo posible las pantomimas del mono y otras numerosas disparatadas que la buena crianza no nos permite reproducir…” 9
La actitud a adoptar en cualquier situación de desventaja, opresión o subordinación, presupone de varios comportamientos, entre los que se encuentran: enfrentarse a las circunstancias, luchar por la justicia social y el reconocimiento, más allá de subjetividades, o de otra forma, renunciar a la esencia de la discriminación y a su vez convertirse en lo que la sociedad determina como correcto y aceptado.
Esta segunda opción fue asumida en ocasiones por hombres numerosos inmigrantes gallegos, que de una forma u otra llegaban a Cuba en edades tempranas o simplemente sentían la necesidad de integrarse exitosamente en la sociedad cubana. ¿Solución? Dejar de ser “gallegos”. A estos varones se les calificaba en la época como los “supergallegos”, los cuales tras el paso de varios años en la Isla, renegaban muchas veces de su origen por el temor a ser excluidos por ello y de esa manera salir del desagradable círculo de los estereotipos y las burlas. Del mismo modo, la prensa regional gallega criticaba fuertemente a estos individuos que rechazaban de su ascendencia:
"…Hay que dar una carga a estos “paisanos condicionales”. Para ellos el decir “soy gallego” rotundamente, es tanto como decir soy un imbécil (…) Para esos supergallegos es un verdadero martirio confesar que nacieron en Galicia, para ellos está que Galicia es un país ruin, miserable y salvaje (…) El supergallego quiere aparentemente elevar su personalidad, negando su origen, el que niegue su patria por temor a que le llamen BRUTO, no mejorará su condición sea cual fuere la patria que se adjudique…” 10
En Cuba, año 2009, aún se siguen reproduciendo muchos de los estereotipos alrededor de los gallegos y los españoles en general, pero de forma diferente y con otras connotaciones, ya que no son los “pobres”, “ignorantes” o los “sucios” de hace 80 años atrás, sino que se han convertido en personas “ilustres”, “simpáticas” y codiciados “huéspedes” de alquileres. A través de la televisión, el cine, e incluso el teatro, persiste la imagen del gallego rufián, “adicto” a las mulatas criollas y con su habitual “egoísmo”. Sería válido entonces proponer, una lucha incesante contra los estigmas y estereotipos impuestos por la sociedad, debido a las afectaciones que pueden generar. Lo mismo da un gallego en la Habana que un cubano en Madrid.
Citas y Notas
1- Naranjo Orovio, Consuelo. “La inmigración española en Cuba”. En: Cuba: La Perla de las Antillas. Actas de la I Jornada sobre Cuba y su Historia. Madrid, España. Editorial Doce Calles, 1994.
2- González Pagés, Julio César. “Manual Metodológico para el Taller de Empoderamiento Solidario”. México. Instituto Michoacano de la Mujer, 2006. p. 23.
3- Esto sucedió debido a que los hombres con respecto a las mujeres de forma cualitativa, representaron aproximadamente un 69%-31% en el proceso migratorio España-Cuba.
4- Nota Editorial “Vertiendo Ideas”. En: Revista Eco de Galicia, La habana, Cuba, julio, 1919.
5- Véase: “Galicia y América, cinco siglos de historia”, Santiago de Compostela, Edición Consello da Cultura Galega, 1998.
6- Texto que caracteriza el proceso migratorio entre Galicia y Cuba.
7- Estampas de la Época. “La vieja Bodega Española” En: “Diario de la Marina”, La Habana, Cuba, septiembre, 1957. p.298.
8- Leal, Rine. “Teatro bufo en Cuba. Antología siglo XIX”, La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1975.
9- Nota Editorial. “Contestando una carta”. En: Revista Eco de Galicia, La Habana, s/p, julio, 1919.
10- Freijomil, Domingo. “Supergallegos”. En: Revista Eco de Galicia, La Habana, s/p, julio, 1918.
sábado, 10 de enero de 2009
“Los caminos de la emigración: sucumbir o triunfar. Estereotipos de hombres gallegos en Cuba”.
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