Por: Ernesto Díaz Calderín.
La historia de nuestro país, cuenta entre sus esferas más importantes en el proceso de formación de la nación, al ámbito de la cultura y todas las manifestaciones que la comprenden. Es válido señalar que uno de los elementos más importantes dentro de esa cultura ha sido la música, manifestación que si no ha sido la de mayor peso, si ha representado el exponente más fiel de nuestras raíces y ha sido de las manifestaciones más representativas de la identidad nacional.
La música cubana, como lo han planteado numerosos investigadores de la materia , es el resultado de un largo y complejo proceso de transculturación que dio como resultado la que conocemos hoy. De esta manera se comportó el desarrollo musical en la isla a lo largo del siglo XX, donde recibió influencias de otros ritmos que en cada época se han puesto de moda, ritmos que han sido incorporados al acervo cultural de la isla
La música, es una manifestación artística que ha representado socialmente a cada época, independientemente del sonido musical característico. Esta vez es la década del 40, el período de análisis de los músicos cubanos y el decurso de sus vidas en los Estados Unidos. Partiendo de un análisis desde la perspectiva de género y específicamente desde la teoría de las masculinidades, es que se pretende comentar la socialización de los músicos cubanos en el proceso migratorio hacia el país norteño, así como el destino que les depara su incursión en el mundo del espectáculo.
Masculinidades socializando:
Sobre la base de lo que representó la música popular, con los estilos musicales que estuvieron de moda en la época, es que se pretende hacer el comentario del período citado. Músicas que inundaron los escenarios de Cuba y del resto del mundo, en particular los Estados Unidos . Al respecto señalaba una revista de la época:”…París y Londres estaban más preocupados en los nuevos pasos de la conga y el son, que en la amenaza de Hitler”. Así cubría el fenómeno de la música cubana una de las revistas más ilustres de la época, la revista Carteles . Frase que demuestra la aceptación de la música cubana en el universo musical de los Estados Unidos y que responde a la confluencia musical entre ese país vecino y la isla. Desde finales del siglo XIX, el surgimiento de las empresas de disco y el marcado interés de los productores de Broadway, trajo como consecuencia la inserción de los músicos cubanos, de forma permanente o temporal.
En este proceso de incorporación a la dinámica musical de los músicos cubanos, también merece un análisis, el proceso de socialización en el cual estuvieron inmersos, entendiendo por socialización “al proceso mediante el cual el individuo -en este caso los músicos cubanos- adquiere el aprendizaje de la cultura de la sociedad donde vive, a partir de la aceptación de normas y patrones que le permiten asumir los roles que le posibiliten entablar relaciones sociales e interactuar con los individuos.”
Teniendo en cuenta lo anterior y la masculinidad como la construcción social que se hace alrededor de los hombres, además todos aquellos comportamientos, actitudes físicas y mentales que se esperan de él. Los músicos cubanos experimentaron un complejo proceso de inserción en el campo musical.
La vida de estos músicos cubanos fue bastante compleja en el marco de las relaciones sociales, si bien la música era aceptada en el ambiente musical de la época, los ejecutantes vivieron un proceso diferente.
Atendiendo a algunos de los términos que definen la construcción de la masculinidad, dígase raza, nacionalidad, clase social es que se pretende comentar el proceso en el cual estuvieron involucrados estos músicos.
La vida en el exterior favorecía satisfactoriamente a estos hombres, pero hay que hacer un alto y ver en qué ambiente se movían. En el período señalado, el mundo del espectáculo, atendiendo al patrón de masculinidad hegemónico, estaba representado por el músico blanco. Teniendo en cuenta que en esos momentos los estilos musicales que más promoción tenían a nivel mundial eran el swing, el fox trot, ritmos que estaban representados, en su inmensa mayoría por músicos de piel blanca, integrantes del jazz band que fue el formato musical que se dio a conocer desde la década anterior.
La llegada de los músicos cubanos a los Estados Unidos, se ubica en la década del 20. Por esta época ya existía una colonia de boricuas ubicados en la llamada zona “latina” de Nueva York. A este lugar también llegaban los cubanos, con muy poco contactos con el llamado downtown, sitio de algunos músicos blancos de la época. Pero a su vez tenían contacto con los barrios afroamericanos, Harlem.
Por una parte el ambiente musical era el propicio y las migraciones latinas anteriores habían creado una infraestructura para que se desarrollara. Cines, teatros, cabarets, emisoras radiales y salones de baile. Pero a su vez esta separación por barrios, con un marcado componente discriminatorio hacia los músicos latinos, es el resultado de una compleja relación de poder establecida por la sociedad norteamericana, en la cual los complementos raciales y nacionalidad, seguían constituyendo un elemento fundamental de distinción que tuvo su origen en años anteriores y que aún perduraban por esta época, independientemente de la aceptación de la música que producían.
Sería válido destacar, atendiendo al análisis que se ha estado llevando con la socialización de los músicos, que muchos de ellos incursionaron en estilos musicales asociados con la música africana y el jazz, el cual tomó el nombre de Cubop, término acuñado por el destacado músico Dizzie Guillezpie. Música que estaba de moda y desde el punto de vista comercial tenía más éxito, a diferencia de lo que pasaba en Cuba, que incluso las orquestas con el formato de jazz band ejecutaban música tradicional.
Existía una realidad, los músicos cubanos, en comparación con los músicos provenientes de otras áreas del Caribe , tenían una mayor aceptación. Las razones son desde el punto de vista musical.
Desde los primeros momentos de entendimiento de esta música, su sonoridad y ritmo alcanzaron una aceptación por el público y los grandes círculos de poder, se empezaron a mezclar los ritmos de la isla con los americanos con lo cual fluyó el contacto entre los músicos de ambas orillas.
Otro aspecto que refleja la preferencia de la música cubana con la música de otras áreas del Caribe, es que durante el período de la República, muchos artistas, cabarets, teatros y hasta las orquestas de los Estados Unidos se cambiaban el nombre al español, lo cual le garantizaba el éxito y reconocimiento.
Por lo tanto uno de los elementos que favorecía el complejo proceso de inserción de los músicos, era la nacionalidad y la confluencia existente con el mundo musical norteamericano. Acontecimiento que se registra desde la segunda mitad del siglo XIX, período en el cual los productores de la”Gran Manzana” depositaron sus expectativas en lo que acontecía en la isla.
A pesar de esta preferencia por los músicos cubanos en el mercado musical de los Estados Unidos, estos de igual manera estaban discriminados y la acogida no era igual para cada uno de ellos. Existían una serie de exigencias de corte estético que favorecían a algunos músicos más que a otros.
Un ejemplo de este fenómeno expuesto, es que en una de las revistas, que ya fue citada en este trabajo, la Carteles, además una de las revistas cubanas a la cual se tuvo acceso de este período que reflejaba la vida cultural que acontecía a nivel mundial. En la misma aparece en varias ocasiones el éxito y el impacto causado por la orquesta de Miguelito Valdés en los Estados Unidos, así como los temas que más sonaban y en los diferentes teatros que se presentó.
El acontecimiento resulta llamativo, si se tiene en cuenta que en el período que se está analizando se registra la llegada de músicos cubanos, que de acuerdo al criterio de Leonardo Acosta, “fueron la influencia de mayor peso y autenticidad de la música cubana en Nueva York” , me refiero a Alberto Socarrás, Alberto Iznaga, Mario Bauzá y Frank Grillo (Machito), músicos negros. Además de la presencia en las orquestas de jazz del destacado percusionista Luciano “Chano” Pozo.
Lo que demuestra que independientemente, de que los cubanos eran bien acogidos por su música, no escapaban a los prejuicios raciales existentes en la época y que el patrón de hombre ideal, incluso en la esfera musical y artística, seguía estando representado por el hombre blanco norteamericano.
El ambiente social, sin dudas constituyó otro escenario de retos para nuestros músicos. La bienvenida a su música no constituyó necesariamente la acogida a sus músicos, sobre todo en los sectores de poder de la sociedad americana. De la misma forma que se establecían en la isla las distinciones por música y se ubicaban locales donde la entrada estaba mediada por el color de la piel. En el país norteño, la nacionalidad, la raza y la música, también representaron factores de división para estos músicos.
La música fue un elemento de distinción para estos hombres que de igual manera eran víctimas de los embates de los códigos sociales impuestos, del racismo existente, al cual no escaparon.
A pesar de esta realidad. Los músicos cubanos marcaron una pauta en la vida musical de Nueva York, su música se difundió por el mundo entero y sirvió de base para la ejecución de muchos ritmos salidos del país vecino.
Los músicos cubanos salieron de Cuba, llegaron y triunfaron. Las desavenencias que sufrieron no afectaron su manera de hacer la música con el sello que la caracterizó. Estos hombres llegaron con su música cubana a la cúspide del mercado musical, al país de Broadway y Hollywood, a la ciudad de las grandes avenidas y la convirtieron en universal.
lunes, 9 de febrero de 2009
La socialización de las masculinidades de los músicos cubanos en el universo musical de los Estados Unidos (1940-1950).
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