Por Jesús Gómez Mas
Estudiante tercer año de Historia
Universidad de la Habana
diciembre 2010
Cada año gran parte del mundo se prepara para recibir un gran evento deportivo: el gran clásico del fútbol español en el que se dan cita los clubes Barcelona y Real Madrid. Este encuentro que levanta grandes expectativas tanto dentro como fuera de España y en el que muchos de los jugadores de ambos equipos son compañeros de selección; en su edición correspondiente al 29 de noviembre de 2010 estuvo muy marcado por acciones violentas que lamentablemente enfrentaron a más de un jugador y que sólo disminuyeron la calidad y el buen juego de que presumía el Real Madrid C.F., iniciador del ciclo de la violencia.
Marchaba todo de buena manera, un equipo merengue (Real Madrid) que a pesar de comenzar perdiendo desde temprano por marcador de dos goles por cero, conservaba la calma y el juego limpio, libre en alguna medida de latidos de masculinidad; hasta que fue motivo de observar como en un abrir y cerrar de ojos, jugadores como Sergio Ramos (defensa del equipo merengue), Xabi Alonso(medio centro madrileño), fueron protagonistas de reiteradas acciones que lejos de mostrar la clase y el derroche de talento a que normalmente nos tienen acostumbrados, pusieron de relieve sus actitudes más antideportivas con sus oponentes.
Fueron blanco de sus agresiones los jugadores catalanes y compañeros de selección: Xavi Hernández, Carles Puyol, Sergio Busquets, Lionel Messi (aunque argentino, tal vez el más agredido de todos). No escapa a mi vista Cristiano Ronaldo quien también violentó al Director técnico del F.C. Barcelona. Cabe entonces preguntarse, jugar violento es sinónimo de jugar bien, la respuesta es no. Recordemos que la España campeona de la última edición del mundial de fútbol celebrado en Sudáfrica, alcanzó el primer puesto sin dejar de mostrar un buen fútbol, fuerte y desbordado de técnica sin utilizar la violencia como una vía paralela para alcanzar tal objetivo.
La respuesta a lo sucedido en el referido encuentro, debe buscarse entre otros factores a la incidencia constante de los medios de comunicación en pintar a ambos equipos como eternos rivales, enemigos que como gladiadores deben pelear hasta la muerte para conseguir la victoria; entonces se ve a la violencia, fruto de la construcción social errónea que la pinta como inherente a los hombres, por lo que es utilizada por éstos para demostrar las cualidades y aptitudes deportivas que cegados por la masculinidad, siguen legitimando el estereotipo del hombre hegemónico que necesariamente debe ser violento.
La solución sólo es una: fuertes sanciones que eduquen, no que repriman ni pongan al ridículo dichas actitudes, y crear conciencia que esa rivalidad se mantiene con vida por noventa minutos y que al término de éstos tenemos en frente a seres humanos y no a bestias contra las que se debe combatir.
sábado, 4 de diciembre de 2010
Cegados por la masculinidad
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