domingo, 17 de abril de 2011

Aprendiendo a ser “macho”


En la foto el profesor Julio César González Pagés con el joven gaitero Wilber Caselt participante en la campaña de jovenes contra la violencia de género de la Red Iberoamericana de Masculinidades




Por Kalika Kofi

Somos machistas porque lo aprendimos”, afirma Julio César González Pagés.

Precisamente el mes de marzo, cuando el mundo entero celebra a la mujer, Somos Jóvenes (SJ) convino en hablar de machismo.

“Es buena idea —afirmó Julio César González Pagés, historiador, Máster en Estudios de género y coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades—, esta es una ideología que igualmente atraviesa a las mujeres; también ellas educan en preceptos machistas a sus hijos, y hasta exigen hegemonía de sus cónyuges”.

SJ: ¿Habla de mujeres machistas?

“Mas no digo que sean las culpables; el fenómeno pervive por una complacencia social de hombres y mujeres, es tan aprendido como la violencia, y se repite desde la educación y la cultura. Por eso advierto del riesgo de querer ser modernos.

“Recuerdo que en una de las emisiones de El triángulo de la confianza, el programa del Canal Habana, participé junto con otros invitados. Uno de ellos expresó: ‘Es que a los jóvenes les gusta la violencia...’ Los líderes de opinión deberíamos enfrentar tales criterios”.

SJ: Así cualquiera diría que la juventud “pide” machismo…

“O que está condenada a él. Pero el machismo, insisto, es una ideología que nadie elige; es él quien nos aborda y atrapa con sus múltiples caras y coerciones. Las mujeres lo reproducen desde que llaman ‘cazuelero’* a quien se entromete en los asuntos domésticos.

“Muchas sueñan con mundos utópicos, pero en la práctica, al educar a sus hijos, les piden al niño que se comporte como un ‘machito’… Jóvenes me han dicho: ‘En mi casa no puedo ser amable ni pasármela leyendo: mi mamá teme que sea gay’ ”.

SJ: ¿Cómo explicar semejante aprensión?

“La homosexualidad demerita la masculinidad hegemónica. Según el machismo, el antagonista del ‘macho‘ es el afeminado; la cultura patriarcal no sabe discriminar, para ella quien no es vaquero es ‘mariquita’. Esta también es una forma de devaluar la ‘hembra’: lo afeminado se refiere a los gestos o actitudes propios de mujer; en el patriarcado lo femenino, o no tiene valor, o es secundario”.

SJ: A propósito de la sexualidad, el modelo supone que los varones sean expertos en el tema.

“Y la sola posibilidad de salir con una amiguita angustia a los adolescentes. Luego, la idea de sexualidad reinante entre ellos se reduce a la masturbación y la penetración. Así se sienten inseguros con el tamaño del pene; creen que mientras más grande mejor. La verdad permanece oculta; por no quedar en entredicho, el tema es tabú; cuando hablan entre sí, por lo general se refieren a un sexo exitoso y violento: ‘La tiré, la viré, la giré’. Son angustias supeditadas a la necesidad protagónica del ‘macho’ ”.

SJ: Entretanto, ¿qué sucede con el hombre adulto?

“Lo triste es que pensemos que es feliz debiendo ser hegemónico. La sociedad le exige que sea proveedor, es decir, que tenga éxito económico. Y si no lo logra, o si por necesidades de salud, deja el trabajo y su familia pasa a mantenerlo, entonces es un vago. El temor a la ‘devaluación’ empuja al hombre a una lucha por la hegemonía donde todo vale, incluso tumbar al compañero”.

SJ: Al machismo, ¿deberíamos revirárnosle?

“Los procesos tendrán que ser más orgánicos; no serán los decretos quienes borrarán los prejuicios; contamos con fabulosas leyes, pero desde la educación y la cultura seguimos reproduciendo fobias y conceptos ambiguos. No es ‘admitir’ o ‘tolerar’; quien termina aceptando, primero pensó en ser hegemónico. Debemos aprender a convivir con los demás, se trata del derecho a la diversidad, prerrogativa de todo ser humano”.

SJ: Las instituciones culturales, ¿tienen la responsabilidad de evitar dicha reproducción?

“Son responsables todos los entes educativos, desde la familia y la escuela hasta la comunidad, pero solemos imputarles la obligación a las instituciones culturales: Olvidamos el compromiso que tendrían con ella organizaciones políticas como la UJC, y estudiantiles como la FEU, la FEEM y la OPJM.

“Masculinidad hegemónica se nombra en América Latina al machismo. Al llamarlo así le restamos fuerza política, pareciera que no podemos contrarrestarlo por ser una cuestión cultural. ¡No! Somos machistas porque lo aprendimos, pero eso puede revertirse instrumentando políticas educativas y culturales.

“Hoy tenemos la Red Iberoamericana de Masculinidades, tejido que une a 28 países. Una de sus convocatorias más singulares es la de Hombres contra el machismo, o sea, hombres contra la masculinidad hegemónica”.

SJ: ¿Desde qué bases se establece la hegemonía?

“Decimos ‘masculinidades’ para significar los modos de vivir la masculinidad; en uno mismo convergen varios. Con todo, la hegemonía se funda en condiciones devenidas jerarquías: hombre, blanco, heterosexual, bien remunerado, citadino, y si es joven mejor. Así se erige el predominio, inclusive entre los propios hombres”.

SJ: ¿De qué manera neutralizar las preeminencias?


“Repito una vez más: ¡desde la educación y la cultura, y a largo plazo! No es un influjo inamovible, ni está dictado por la genética o la biología, sino por el género. Los estudios de género, nacidos en los años 60 del pasado siglo, nos permitieron definir la masculinidad como una construcción sociocultural: el género masculino se vive de una forma en La Habana, y de otra, por ejemplo, en Ciego de Avila o Santiago de Cuba”.

SJ: ¿Cuáles son los entes socializadores machistas?

“En general los hombres no hablan de temas íntimos: Los cuatro grandes socializadores de los ‘machos’ son: sexo, deporte, música y bebida. Quien no sea mujeriego desentona; también son devaluados los ‘antideportistas’, los ‘patones’ ** y los abstemios”.

SJ: Existe voluntad para el cambio, mas pesa la resistencia.

“Convivo con la resistencia todo el tiempo. Cuando en 1996 volví a La Habana procedente de Nueva York, donde hice la Maestría en Estudios de género, alguien me interpeló: ‘¿No crees que esos estudios son un poco raros?’, me dijo con retintín, dando a entender que eran cosas del imperialismo. Y yo: ‘¿Tú sabes lo que es género?¿Cómo identificas al enemigo sin conocerlo? ’. Y es que también existe el miedo a lo desconocido, miedo que vacilamos en desafiar porque la masa, los otros, no nos secundan”.

SJ: Llegamos al miedo. Nos gustaría salir al amor.

“Muchas jóvenes sueñan con un príncipe azul que se encarna en el ‘macho’ y erigen sus anhelos en la tesis de la media naranja. Nombrar así a la mujer o el hombre de una pareja, al uno respecto del otro, supone que, por la referida hegemonía, la compañera se pliegue a su compañero.

“Gracias a la complacencia social, el hombre, ¡en nombre del amor!, termina violentando a la mujer”.

SJ: ¿Será posible encontrar alguien que no sea machista?

“Es difícil. El mundo es patriarcal y la ideología, machista. Este debería ser tema permanente en la agenda de Somos Jóvenes; el machismo genera violencia, inequidad, desigualdad, y es alarmante que cada vez con más frecuencia las propias muchachas sean sus depositarias. ¡Ojo! Revelar dicha verdad no debe asustarnos: de no admitirla, jamás ganaremos la acción”.


* En Cuba, hombre entrometido en los asuntos domésticos.

** Así se le dice en Cuba a la persona que no sabe bailar.

http://www.somosjovenes.cu/index/semana221/macho.htm

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