sábado, 27 de noviembre de 2010
Violencia en el deporte
Por Dixie Edith
foto: Julio César González Pagés.
En la foto el equipo actual de futbol de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de la Habana
¿Tienen los deportistas y sus fanáticos seguidores patente de corso para ser violentos? ¿Se observa violencia de género en el deporte? Para insertarse en una polémica que interesa a multitudes, SEMlac ha invitado esta vez a dos jóvenes integrantes del grupo de Investigación Masculinidades en Cuba, de la Red Iberoamericana de Masculinidades. Ernesto Pérez Zambrano es ya un reconocido y premiado realizador de cine, con experiencia en el tratamiento del género y el deporte; mientras, Enmanuel George López, descendiente de deportistas de alto rendimiento, estudia Historia en la Universidad de La Habana, pero ha asumido el tema deportivo como su principal línea de investigación.
¿Violencia o vehemencia competitiva? ¿Cómo denominarían las agresiones en el entorno deportivo? ¿Qué elementos las provocan o condicionan?
Ernesto Pérez: Violencia, sin el más mínimo asomo de duda. Creo que los factores que la provocan o condicionan pueden ser múltiples, o pueden entenderse de distinta manera según el contexto y la coyuntura. Pero me parece que es determinante la exacerbación de la competitividad por motivos que van más allá del deporte mismo, como la conducta agresiva de algunos hombres educados para dominar a otros, las apuestas, los regionalismos y las discriminaciones por el lugar de procedencia, etnias, género; el consumo de alcohol y la exigencia social sobre algunos deportistas, obligados a comportarse como verdaderos “gladiadores” del circo romano.
Los medios de comunicación tienen parte de responsabilidad, sobre todo por la manera en que se refuerzan a través de estos, ciertos rasgos del carácter patriarcal y agresivo de la competencia deportiva. Por otra parte, la poca o nula utilización de los medios para el trabajo de prevención de la violencia durante los eventos deportivos, deja margen a las actitudes agresivas de aficionados, fanáticos y deportistas. El espacio del deporte reproduce lo que acontece en otros espacios de la sociedad. Por eso creo que el que desee tener una idea abarcadora de cómo funciona una sociedad, debe asistir a sus espacios deportivos y analizarlos, de seguro tendrá una visión más completa.
Enmanuel George: Muchas veces confundimos los deseos, el empeño y las ganas de vencer con el uso de la violencia. Creemos que entre las posibles llaves para el triunfo están las de agredir e infringir temor con acciones nada justificadas. La rivalidad; o la presión que puede transmitir el público, son detonantes de actos violentos. Ahora mismo pienso en el futbol, donde se trata de maquillar una derrota con atacar física y verbalmente al equipo contrario, para conseguir además que el sector de apoyo en la grada diga: ¡Así se puede perder, perdieron peleando! Habitualmente se trata de rellenar el faltante de talento para ganar un partido con estos hechos que denoten una parecida admiración. Aquí entra a jugar también el “honor”. Las y los atletas reclaman atención con sus victorias y la forma en que lo hacen. Cuando un equipo es catalogado de combativo, se esfuerza al máximo por mantener esa condecoración, porque son denominados automáticamente héroes guerreros o aguerridas heroínas, en defensa de la frase ancestral y gloriosa de conquistar o de morir con la espada en la mano.
¿Es posible asociar las manifestaciones de violencia con deportes específicos como los de combate, por solo poner un ejemplo?
EP: No me parece que se deba asociar solamente la violencia en el deporte por la naturaleza o el carácter específico de una modalidad, como los deportes de combate. Creo que tiene más que ver con la función social que se le asigna al deporte y la manera en que a través de este se canalizan otras cuestiones que van más allá del terreno deportivo. Además, tal vez nos remitamos directamente a los deportes de combate o aquellos donde se manifiesta determinado tipo de agresión o rudeza explícita, pero hay varios grados y maneras de manifestarse la violencia, los cuales pueden resultar aun más sostenidos y peligrosos para la sociedad.
Por ejemplo, la exclusión de determinado sector social de la práctica de un deporte, es un acto de violencia; las ofensas también, y de seguro lamentablemente encontraremos todo un rosario de ejemplos que no se producen directamente en las competiciones, sino en otros espacios como las peñas deportivas, las escuelas, las casas, la calle… Todo deporte donde a la competencia se le agreguen motivos extra deportivos podrá verse afectado por el flagelo de la violencia.
EG: Hay disciplinas deportivas donde existe mayor contacto físico que otras. Cuando vemos un abrazo fraternal entre boxeadores o judocas luego de determinado enfrentamiento, se ve el valor del deporte como espectáculo y lugar para las emociones. Nos da la idea de que perfectamente se puede aplicar el juego limpio en todos los eventos. Ahora bien, en estos deportes donde es permitida esta relación más directa, son mucho más visibles los actos violentos. En los deportes colectivos se aprecia además como cierto servicio de camaradería, donde se le responde al contrario por alguna agresión sobre alguien del mismo equipo. Estas situaciones son realmente las más difíciles de controlar. Aquí asumen un papel importante capitanes y capitanas de equipo, que entre otras muchas funciones están las de impedir y detener estas actitudes negativas y antideportivas. Pienso que cualquier atleta con la intención de lastimar al rival, encontrará la manera en cualquier certamen o variedad competitiva, desde zancadillas en el atletismo; insultos lado a lado de la net de voleibol; dead balls intencionales en el beisbol; o codazos en el baloncesto.
¿Se puede hablar también de violencia de género en el deporte? ¿Cómo se manifiesta?
EP: Soy el realizador de un documental donde se refleja como se ha excluido a la mitad de la población de un país, las mujeres, de la práctica del considerado “deporte nacional”, privando a millones de personas de la posibilidad de un empleo; y no es solo de ahora, sino una herencia de más de siglo y medio de la práctica del béisbol. Esto me parece un claro ejemplo de violencia de género en el deporte.
Afortunadamente se están dando algunos pasos desde hace aproximadamente un lustro, para abrir esa posibilidad; pero no es tan sencillo. Se trata de la voluntad de las jugadoras, una coyuntura muy específica, y la labor de algunas personas que pueden tomar decisiones en el ámbito deportivo, frente a una cultura de dominación sobre las mujeres que pervive aunque no lo queramos creer. Aun cuando veamos a los equipos de mujeres jugar su torneo nacional y sus topes internacionales por la televisión, no significará que todo está resuelto. Esto será un paso de avance en una carrera muy larga que debe empezar y terminar por la educación más elemental que se entregue a las personas en todos los espacios de la sociedad y la familia.
EG: Cuando vemos que tratan de excluir o frenar a las mujeres del ámbito deportivo, estamos presenciando violencia de género. Los comentarios machistas y los prejuicios sociales que perpetúan el deporte como actividad netamente masculina; la falsa creencia de la debilidad biológica de la mujer y la posible pérdida de su feminidad, son muestras de las barreras que atraviesa la mujer al practicarlo. El deporte es un espacio generador de empleo y el profesionalismo transita por el momento de salarios muy elevados. Por tanto, segregar a las mujeres de esta oportunidad, la diferencia salarial entre ambos sexos, y todos los criterios discriminatorios, son fenómenos que afectan los derechos de las mujeres.
¿Cómo se manifiesta en Cuba? ¿Consideran que es un fenómeno creciente? ¿Cómo enfrentarlo?
EP: Cuba no está ajena a lo que ocurre en el resto del mundo, para lo bueno y para lo malo. Si las mujeres en Cuba no han tenido abiertas las puertas en el béisbol, tampoco ha sucedido en los demás países donde este deporte se practica. Es cierto que en otras latitudes hay más tradición, pero no creo que se pueda tener eso como un indicador de que allá la situación es más favorable.
Mi documental ¿Grandes Ligas? fue visto con interés y generó debates similares en países como los Estados Unidos, pero también en otros, donde el deporte nacional es el fútbol, por ejemplo. Creo que esto se debe a que los llamados deportes nacionales, enraizados en el imaginario nacional, simbolizan mucho para la hegemonía patriarcal en cualquier parte.
Hay que seguir de cerca la violencia en nuestros escenarios deportivos cubanos. Creo que ésta ha ido en aumento y encuentra un caldo de cultivo propicio en la actual coyuntura, mientras no se potencien modelos educativos no sexistas y se promueva el debate y la acción constante para atajarla a tiempo.
EG: Las mujeres han ido ganando su espacio dentro del deporte. Por suerte tenemos campeonas olímpicas de voleibol, judo y atletismo, por solo mencionar ejemplos. Han sido todas desafiantes, por la práctica de una actividad tan compleja y por los tabúes que sus desempeños originan y que ellas han ignorado. Muchos no consideran propio que una mujer levante pesas o conecte un jonrón. Tratar de que nuestras deportistas no pierdan su feminidad va como objetivo central de muchos órganos e instituciones deportivas. Las denominan “cubanitas” en las redacciones deportivas y se crean uniformes que resalten y afirmen todo un culto al cuerpo y la belleza. Es muy común oír que una mujer con impresionante capacidad en algún deporte sea llamada “machito”, y el opuesto de que un hombre que fracase en su desempeño sea tildado de “jevita”. El público debe apoyar a todos sus equipos, sean hombres o mujeres; de razas diversas; pierdan o ganen. Para ello sería importantísima la labor de los diferentes medios de comunicación como instructores y formadores de una conciencia y respeto a la labor de las y los deportistas. Se debe mirar a los verdaderos valores del deporte, como el sano disfrute y la alianza de la amistad entre hombres y mujeres.
Agosto 2010
(Solicite el trabajo completo a semcuba@ceniai.inf.cu )
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