Por Mayra García Cardentey y Daima Cardoso Valdés/
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Yoandy Pérez Rodríguez no creyó en
los prejuicios. Su esposa, la enfermera Dairys Valdés Bodes, necesitaba
terminar sus estudios. Ambos trabajan en el policlínico de Minas de
Matahambre. En mayo de 2011, recién acababan de tener una bella criatura y la
decisión no fue difícil de tomar. Él la cuidaría en el primer año de vida, se
acogería a la licencia de prestación social mientras su pareja culminaba la
carrera. Era lo más lógico.
Enrique Gigato Montelongo trabajó durante 20 años como operario de la campaña contra el Aedes aegypti, pero en el 2003 falleció su esposa y tuvo que asumir el cuidado de su única hija, Maritza, de 36 años, quien padece de retraso mental severo y esquizofrenia. A pesar de la situación dramática que vive, es un padre que sonríe siempre, se muestra agradecido por los beneficios que le brindó el país al ser protegido por la Asistencia Social. Enrique es algo así como "padre cuidador", una figura que no está reconocida legalmente. El Decreto Ley 234 de Maternidad para la trabajadora, reconoce que es indispensable establecer las regulaciones que contribuyan a una adecuada atención al menor de edad en caso de fallecimiento de la madre, y la consiguiente protección económica al padre, así como facilitar a la madre y al padre trabajadores el cuidado especial que requieren los hijos e hijas con discapacidades físicas o mentales. Según explicó María Teresa Artiga, de la subdirección de Prevención, Asistencia y Seguridad Social en Pinar del Río, existen tres casos acogidos al concepto de protección de madre cuidadora ubicados en Consolación del Sur, Pinar del Río y Minas de Matahambre. Una modalidad que ya no existe en el país, pero que protege los años de servicio de las madres que tuvieron vínculo laboral. CUIDAR UN BEBÉ ¿SOLO DE MUJERES? En Pinar del Río han sido contados los ejemplos como el de Yoandy Pérez Rodríguez, quien cuidó a su bebé en el primer año de vida para que su compañera terminase sus estudios. Según Elsa Gómez Rendillo, directora de la filial municipal del Instituto Nacional de Seguridad Social en Minas de Matahambre, Pérez Rodríguez se acogió al Decreto Ley 234 de Maternidad de la Trabajadora el 31 de mayo de 2011 y recientemente culminó su licencia de prestación social. Hoy, como informó Dinorah Vento Acosta, directora de la filial provincial del Instituto Nacional de Seguridad Social, el territorio no cuenta con ningún hombre acogido a esta modalidad legislativa. Vueltabajo, desde que se aprobara el Decreto Ley en el 2003, con su resolución complementaria número 22/2003, solo ha presentado dos casos. Esta legislación otorga iguales derechos a los padres cubanos para obtener una licencia laboral y quedarse al cuidado de los hijos durante el primer año de vida. El artículo 16 estipula que "una vez concluida la licencia posnatal, así como la etapa de lactancia materna que debe garantizarse para propiciar el mejor desarrollo de niños y niñas, la madre y el padre pueden decidir cuál de ellos cuidará al hijo o hija, la forma en que se distribuirán dicha responsabilidad hasta el primer año de vida y quién devengará la prestación social". Pero prejuicios y resistencias en hombres y mujeres, estereotipos en los roles establecidos para el cuidado de los infantes, y desconocimiento de las leyes, conforman algunas de las causas que pesan sobre el fenómeno observado en la actualidad en la provincia. Una encuesta aplicada por Guerrillero a 20 hombres y mujeres de diferentes edades, zonas de procedencia y nivel de escolaridad demostró que todavía existe en el pensamiento colectivo un modelo de familia patriarcal, históricamente concebido, donde las madres desempeñan el rol de cuidadoras de los menores de casa, en tanto los padres conforman el sostén económico y el poder decisorio dentro de la estructura del hogar. "Podré encargarme del niño unos días, hasta un mes, pero el mayor peso es de ella"; "mi esposa que cuide al bebé, yo le busco la malanga"; "eso es cosa de mujeres, los hombres deben ´lucharla´ en la calle", inquirieron algunos. Ellas no se quedan atrás: "pudiera dejar que lo cuide, pero no lo hace igual que yo"; "si se lo dejo unas horas para adelantar otras cosas, al final tengo que hacerlo todo de nuevo"; "los hombres son muy torpes con los niños". Con estos criterios, se descartan las posibilidades que esta norma jurídica puede brindar a madres y padres, para decidir quién conviene más que siga trabajando tanto por situaciones económicas como por profesionales. ALGO MÁS QUE PREJUICIOS Detrás de la poca acogida que han tenido estas leyes en la provincia por parte de hombres y mujeres, no solo pesan reflexiones prejuiciadas sobre la complejidad y responsabilidades de los roles maternos y paternos en el desarrollo de la familia. También cohabita un desconocimiento de las legislaciones que amparan a los hombres en la asunción de una paternidad responsable y apoyan, en algunos casos, la labor profesional y educacional de las mujeres al delegar en sus parejas, funciones históricamente asumidas por las féminas. Gladys Martínez Hernández, miembro del Secretariado Provincial de la Federación de Mujeres Cubanas que atiende el trabajo comunitario, ha recibido a personas con situaciones que demandaban acogerse a este tipo de legislaciones. Esposos con parejas que devengan mayor salario, hombres con compañeras necesitadas de terminar estudios de pregrado o especialidades, u otros con situaciones familiares complicadas o problemas de enfermedad de la madre, fueron algunos de los ejemplos llegados hasta la organización de masas. "Desde aquí se les da orientación sobre las leyes y se les dice a qué instituciones dirigirse para tramitar los procesos", refirió Fanny Herrera Chirino, funcionaria de la esfera ideológica de la FMC. "La organización también cuenta con un programa de paternidad responsable, que se encarga de incentivar una participación integral de los padres en la crianza de sus hijos", agregó. Junto con este programa y el Educa a tu hijo, la FMC a través del trabajo en bloques, zonas y comunidades, estimula a que los hombres aumenten su papel en la educación y cuidado de sus hijos, y no solo en el plano más cercano como la alimentación y la protección de la salud, sino en la adopción de estas alternativas legislativas creadas para beneficio de toda familia cubana. "Pero existe mucha ignorancia en cuanto a la ley y los beneficios que brinda, y esto unido a las concepciones machistas, hace que en la sociedad pinareña hoy sea casi nula la presencia de hombres acogidos a estas normas jurídicas", apuntó Herrera Chirino. "Incluso algunos de los que se acercan a la FMC en busca de información ni siquiera quieren dejar el nombre, o plantean que no desean que se sepa de sus averiguaciones sobre el tema. Es todavía un tópico complicado hacer entender a los cubanos y cubanas, que ser un padre responsable no representa un papel denigrante", precisó. El investigador Julio César González Pagés, presidente de la Red Iberoamericana de Masculinidades y estudioso de la cuestión, ahonda en el fenómeno: "Cuando entrevistamos algunos ejemplos para un artículo más amplio, nos decían que no le tiráramos fotos, no querían aparecer en actitudes de paternidades responsables. ´No, que me van a dar cuero en el barrio´. "La paternidad todavía no se ve como parte importante del prestigio de los hombres. Se sigue reproduciendo el mito del Don Juan, de personas irresponsables", señaló.
LEYES O PROMOCIÓN SOCIAL ¿QUÉ RESUELVE
EL DILEMA?
Ya Fanny Herrera Chirino de la Federación de Mujeres lo alerta: "no hacemos nada si las leyes están, pero nadie o pocos se acogen a ellas. Lograr estas legislaciones fue un paso importante, mas no hacemos nada si los hombres y las mujeres no las asumimos como una conquista". Lo explica mejor el estudioso González Pagés, "las leyes no son las encargadas de cambiar las actitudes de las personas. Lenin lo dijo: ‘la igualdad ante la ley no es la igualdad ante la vida´. En Cuba somos iguales ante la ley, pero tenemos una construcción de género que nos hace muy desiguales". Más que "usurpar" el derecho a las mujeres de cuidar a los niños y otorgarle "nuevas responsabilidades" a los padres, estas leyes permiten que se rompan márgenes rígidos sobre ser progenitores. Crear condiciones igualitarias para que las mujeres puedan delegar funciones en sus parejas sin ser consideradas "malas madres", y hombres que asuman el cuidado más activo de sus hijos sin ser tratados bajo términos prejuiciosos, constituye la meta fundamental de estas legislaciones. Pero de nada sirven sin un trabajo comunitario consecuente, una promoción adecuada y oportuna en los medios de comunicación, y una asunción desde la familia de roles igualitarios entre hombres y mujeres que deroguen la sobrevaloración maternal y dignifiquen una paternidad responsable. |
martes, 19 de junio de 2012
Dignificar la paternidad responsable
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